lunes, 15 de noviembre de 2010

Las dos palabras.

Cada vez entiendo menos a los adultos. Y menos aún ese lenguaje secreto que solo ellos dominan.

Hace varios días mi madre llegó a casa y, esta vez, no se detuvo en la entrada para dejar el abrigo.  A toda prisa vino hacia el salón, llevándose las puertas con los codos. Mi padre, que había permanecido sentado y callado durante una hora, se levantó y caminó hacia ella. Entonces ocurrió: Mi madre pronunció aquellas dos palabras.

Supe que eran las palabras más bellas porque los dos se abrazaron y se besaron durante largos segundos sin que mi madre lo apartara repitiendo lo de siempre: "El niño..."
Yo seguí viendo los dibujos animados sin saber muy bien que hacer... A tientas presenciaba la escena que el reflejo de la pantalla del televisor me describía.

Fotografía: César SV.
No tengo claro el tiempo que pudo dedicar mi madre para dar con esas palabras. Pero estoy seguro de que consiguió lo que quería, porque no se han despegado desde aquel día.
Y si mi madre lo había conseguido yo no iba a ser menos. Yo lo intentaría como ella.

En el cole me armé de valor y me senté junto a Marta. Mientras coloreaba su dibujo miré su lápiz rojo y pronuncié aquellas dos palabras. Ella me miró...
-¿Qué dices?, No se qué es eso.
-¿Pero cómo no vas a saberlo? Son las dos palabras más bonitas del mundo, y yo te las digo a tí.
-Yo no se qué es eso...
-Pues yo no se explicartelo. Si quieres, ahora en el recreo, vamos y se lo preguntamos a los mayores.

Así fue cómo nos dirigimos al patio de los de mayores y, esquivando los empujones, nos integramos en un pequeño grupo para preguntarles el significado de esas dos palabras. Cuando las pronuncié un chico unicejo dejó de masticar su chicle y se lo pasó al otro lado de la boca para preguntar -¿Qué...?
Cuando volví a pronunciarlas todos se miraron y echaron a reír. Ellos tampoco sabían el significado y no pude explicar a Marta lo que quería decirle realmente.

Nunca entenderé a los mayores. Pero me contento con saber que mi padre sí conocia el significado de esas palabras y con que, desde entonces, tanto él como ella sonrían todo el tiempo. No entiendo la magia de todo esto, pero a decir verdad, algo ha cambiado para bien. No se sueltan de la mano, se miran durante la comida cuando creen que no les veo, juegan a esconderse y a encontrarse. Y deben de madrugar aún más porque desde aquel día me mandan a la cama más temprano...

"Las palabras más bellas de nuestro idioma no son <¡Te quiero!> sino <¡Es benigno!>". Woody Allen.

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