martes, 14 de septiembre de 2010

Las cerraduras de Dalí.

Nunca creímos en aquellos que hacen de la lástima amores eternos. Hemos sabido apostar por el amor más sincero, el más puro. Sin tapujos ni grilletes. Un amor como el que os une a ti y a tus lienzos ahora sangrados, llámalo "sanguina" si así lo prefieres.

Ilustración: César SV.
Siempre me lo negarás, pero tus lienzos hirientes imitan a los suyos. Tú, al igual que Él, intentas iconizar aquellos animales místicos que brotan del espejismo de un desierto. Buscas la amalgama de colores que describan lo que una niña observa desde su ventana.

Recuerdo las palabras de aquel viejo loco de bigote pasmado: "El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la Ternura", a eso mísmo se refería..., si su amada Gala moría, él querría que ella encogiese, que fuese cada vez más menudita, así... hasta el punto de poder tragarla. De este modo Gala quedaría siempre dentro de él.

Tus deseos son los suyos, al igual que tus cuadros, también son imitaciones.

Tu capricho asesta el primer brochazo y comienza el goteo de un endemoniado reloj. Su tic-tac me hace cada vez más pequeño. Ya casi no existo y me obligas a salir del marco.

Las granadas se desgranan y el camisón cae al suelo cercandote los tobillos. Huyes de aquel pequeño perímetro de seda, primero una pierna y luego la otra, hasta que tus dedos rastrean el escondrijo de un pectoral hecho a creyón.

El tenebrismo se vuelve turbulento, la luz se solapa en las dunas del costillar y en todo lo híspido, hasta que las líneas de los contornos son una mera intuición. Es ahora cuando los girafelefantes echan a andar y tu cuerpo se diluye acrílicamente en una cromaticidad repugnante...

Por amor te devoraría. Me dejaría embriagar de colonia en tu peluquería. Recitaría los versos más hermosos, yo bajo tu ventana, tú sobre mi narizón. Mis cartas concluirían con el mejor membrete... pero por una vez, seamos proscritos de las modas errantes. Me fatiga este descontento, este descontexto. He aquí los des-síntomas del voyeur frustrado.

Y me cansa repetirlo:
No pienso ir a ningún oculista. Veo perfectamente.